Cada parte de este mapa nos sorprende con lugares
en los que, además de las bellezas naturales, podemos dar cuenta de la riqueza
cultural de este país, una riqueza que se viene heredando desde los pueblos
originarios que solían habitar el territorio.
Chiapas es uno de los lugares que suscita en el
viajero ese asombro de encontrarnos antes un sitio cargado de historia, de
maravillas naturales y de una fuerte herencia cultural. En este estado del
sureste mexicano podemos visitar preciosos lugares en los que conviven todos
los factores nombrados.
Un ejemplo de tales lugares son los parques
nacionales de Chiapas, que nos permiten ver de cerca la gran diversidad de su
ecosistema y la abundancia de vida en todas sus formas. Todo en Chiapas parece
estar cargado por una densidad que abruma, tanto el espeso follaje que nos
envuelve al visitar los parques y sitios arqueológicos como el café oscuro
típico de la región que no podemos dejar de probar, pues despertará todos los
sentidos que permanecían dormidos.
Uno de los parques nacionales de Chiapas y que se
perfila como una de sus mayores atracciones turísticas es el Parque Nacional
Cañón del Sumidero. Quienes piense que un parque es solo una reserva de vida
silvestre en la que pueden ver unos árboles y algunos animales deben prepararse
para cambiar totalmente su perspectiva pues este sitio es uno de los paisajes
más imponentes de todo el país. Se trata de una falla geológica formada ni más
ni menos que hace 36 millones de años.
Estas formaciones llegan a los 900 metros de altura,
convirtiéndose entonces en un espectáculo digno del asombro de las personas más
difíciles de conmover. Las laderas y cimas de estas rocas están cubiertas en
gran parte de una vegetación exuberante y desde esas vertiginosas alturas se
desprenden caídas de aguas que alimentan al Río Grijalva.
Quienes visitan este hermoso parque suelen
realizar un recorrido que dura aproximadamente dos horas en las que nos podemos
encontrar con paisajes como la cascada llamada “árbol de Navidad” o la cueva de
colores.
Otro de los más reconocidos parques nacionales en
Chiapas es nada menos que Palenque, un sitio que nos transporta a otro tiempo:
al de los pueblos originarios. Este sitio es uno de los obligados en un viaje a
este estado pues representa la huella de una cultura milenaria y el sitio
arqueológico más importante de la zona.
Este espacio protegido de unas 1,772 hectáreas
tiene como característica presentar una flora que se corresponde con la de
selva alta. Dentro de sus límites podemos ver a la hermosa ciudad maya rodeada
de verde, en imágenes que nos muestran lo fértil de la tierra. De esta ciudad
se cree que solo se encuentra descubierto tan solo un 2,5 por ciento,
hallándose el resto bajo la espesa vegetación.
Esto crea en quienes visitan el lugar un halo de
misterio ya que a pocos metros de donde estamos se encuentran ocultos misterios
todavía no descubiertos por los especialistas en la materia. El clima cálido y
húmedo nos envuelve aún más en ese aire tan particular de esta parte del país y
las ocasionales lluvias hacen que los aromas de las diferentes hierbas y
plantas se eleven hasta nosotros exaltando nuestra percepción sensorial.
Esta ciudad perteneciente a la comunidad maya fue
un verdadero centro cívico y ceremonial para aquellos habitantes lo cual le
otorga una gran importancia dentro del mapa del turismo histórico o
arqueológico. Sus construcciones se destacan como muestras de la sabiduría y
cultura antigua en medio de la vegetación. Entre los edificios más conocidos e
importantes podemos nombrar al Templo de las Inscripciones, a El Palacio, al
Templo del León y el Templo del Conde, junto a otras muestras de las
construcciones prehispánicas tales como el acueducto o el famoso juego de
pelota que era una forma a la vez lúdica y religiosa.
La visita a estos parques es una forma de
experimentar de cerca parte de la historia de este pueblo, sus bellezas y sus
costumbres ancestrales, así como de sumergirnos de lleno en su geografía y
bosques espesos para poder respirar profundamente el aroma propio de Chiapas,
ese que parece provenir desde las cimas de las formaciones del Sumidero y desde
lo más profundo y oculto de Palenque.
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