29 nov 2012

Caracteristicas e historia del Jardín del Museo Arqueológico


Como toda gran ciudad Guadalajara tiene un sinnúmero de atractivos que le dejarán al viajero que llega a sus tierras la difícil tarea de elegir a cuál de ellos asistir, a menos que tenga el tiempo suficiente de explorar cada uno y no quedarse con la intriga. 

Esta ciudad, capital del estado de Jalisco es, tal como lo anuncia so apodo, una verdadera “perla del occidente” del territorio mexicano pues en ella encontramos una belleza incomparable, clásica pero también ese toque necesario de originalidad. Sus calles están marcadas por la historia misma que mezcla las construcciones antiguas con las modernas y que ve nacer un ritmo nuevo en sus pobladores, uno que tiene que ver con al expansión de los propios límites, la aceptación de lo nuevo y la convivencia con lo distinto.

Parte del encanto tapatío reside también en la gran oferta ligada al turismo cultural, aquel a través del cual conocemos los centros culturales, los museos, las librerías más destacadas, las galerías de arte y todos aquellos espacios en los que tiene lugar la manifestación de las expresiones artísticas e intelectuales.

La lista de museos en Guadalajara es tan larga como la de sus parques. Existe una abundancia de espacios dedicados al verde y a la divulgación del conocimiento, ¿qué mejor descripción para esta ciudad? Uno de los museos más importantes en la ciudad es, por supuesto, el Museo Arqueológico situado en la Avenida 16 de Septiembre en la esquina con la Calzada del Campesino, en la zona del Parque Agua Azul y muy cerca de la Casa de la cultura Jalisciense, uno de los centros culturales más renombrados.

La atracción que nos provoca el Museo Arqueológico es inmediata pues su misma construcción nos sumerge de lleno en culturas ancestrales ya que se asemeja bastante a las pirámides de Xochicalco. En el interior del museo podremos recorrer sus cuatro salas, dedicadas cada una a un área específica y mostrando en ellas los objetos de la colección entres los que encontramos collares, estelas de piedras volcánicas, xahuistles, vasijas decorativas, instrumentos cortantes y con puntas y figuras humanas, entre otros. Las zonas de las cuales proceden estos objetos son Nayarit, Colima, Jalisco y el Valle de Atemajac.

La inauguración de este museo tuvo como fecha el año 1959 y desde entonces no han parado de visitarlo a diario miles de personas interesadas en los orígenes de México, en sus culturas milenarias y la sabiduría que acarrea el legado de cada una de ellas. A través de las salas conoceremos un poco más de ellas pero no es en el único lugar del museo donde podremos aprender algo ya que también forman parte de la colección permanente las piezas que se encuentran en el jardín del Museo Arqueológico.

En el espacio verde que rodea al edificio piramidal podemos encontrarnos con obras, figuras y objetos, de las tradicionales culturas antiguas de la parte Occidente del territorio mexicano. Fue en el año 1958 cuando se colocaron allí afuera unos 24 fustes jónicos y toscanos, así como algunos objetos realizados en plata, en oro y en cerámica.

En este hermoso jardín de uno de los más interesantes museos en Guadalajara también podremos ver el busto realizado en bronce del reconocido artista Gerardo Murillo "Dr. Atl", quien fue un inquietante personaje tapatío cuya vocación excedió los límites de una profesión siendo durante su vida: escritor, vulcanólogo, ensayista, pintor, político y periodista. 

Este museo en pleno centro de la ciudad nos permite recorrer cada sala admirando lo objetos producidos e intentando, a través de ellos, comunicarnos con esos mensajes escritos y formados en los diferentes materiales. Cada objeto es un trozo de aquella vida que quedó atrás hace siglos y que hoy pareciera volver contándonos un dato más cada vez que los historiadores y arqueólogos logran interpretar algo nuevo o decodificar un símbolo.
Quizás nada de lo que hayan querido decir esté plasmado ahí pero de todas maneras podemos ver de cerca esos objetos que siguen siendo el producto de esas comunidades. 

La sola presencia de ellos nos genera respeto y nos invita a reflexionar qué tanto sabemos de nuestros orígenes, qué pueden decir nuestros objetos de nosotros, qué es lo que nuestras manos producen. Son, a la vez, una incitación a la acción, así como el busto del Dr. Atl que nos parece empujar hacia la acción, esa que logre maravillarnos a tal punto que tengamos que sumergirnos en todas las expresiones posibles, como hizo él, para encontrar aquella que deja salir ese caudal interior, tal como los volcanes de sus pinturas.

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