Cuando llegamos por primera vez a una ciudad de
la que es muy poco lo que sabemos nos no podemos formarnos una idea de cuáles
son los lugares más importantes o qué es lo que marca la vida diaria o lo que
logró marcar la historia de ese lugar. Pero con el pasar de los días ya vamos
identificando ciertos espacios o construcciones, algunos colores y aromas, todo
lo que hace que ese lugar tenga una identidad propia, una forma de ser, todo lo
que hace que uno pueda hablar de ese lugar cuando no esté más allí.
Cada ciudad es un espacio atravesado por lo que
alguna vez fue, por su historia, por los personajes que la poblaron, por las
influencias que logró incorporar como propias con un acento diferente, por las
disposiciones geográficas que la determinan, tanto a la idiosincrasia de la
población como a las características del clima y la flora y fauna.
Por todo ello decir que una ciudad se puede
definir a partir de un solo elemento, de la presencia de una obra o de un
estilo, es caer en un reduccionismo peligroso pues es contrario a la historia
misma de la formación de la comunidad.
Existen, sin embargo, puntos de inflexión que si
bien no describen por completo un lugar, como si algo en realidad pudiera dar
cuenta de la totalidad de una forma de ser, logran darnos una idea de qué
hablamos. O mejor dicho, hacen que evoquemos en nuestra mente ese lugar. Nos
referimos a los símbolos. Estos símbolos pueden ya ser construcciones urbanas o
monumentos, espacios verdes o elementos naturales típicos.
En el estado de Campeche encontramos un ejemplo
de este tipo de símbolos a través de la presencia de baluartes en la zona que
conforman no solo un rico patrimonio arquitectónico, cultural e histórico sino
también uno de los circuitos turísticos de la ciudad, recorrido por viajeros de
todas partes del país y de otros lugares del mundo.
Los baluartes son construcciones que funcionaron
a modo de fortines y que cumplían, por ende, un rol definido y específico
dentro de la comunidad, todos ellos son ahora parte de la inagotable lista de
atractivos en Campeche. Dentro de este circuito podemos encontrarnos al
Baluarte de San Pedro, el Baluarte de Santiago, el Baluarte de San Francisco y
el Baluarte de San Carlos. Pero además de todos ellos existe otro conocido por
el nombre de Baluarte de Santa Rosa.
Como podemos observar, todos estos baluartes
están signados por un compromiso que bien podría ser por conveniencia o simple
devoción y es que cada uno de ellos lleva el nombre de un santo, siendo parte
de una tradición de la fe católica.
El que nos interesa en este artículo es el de Santa Rosa que hace referencia a la famosa santa limeña cuya historia fue
trágica y apasionante y puede ser leída y estudiada incluso por las personas
que no compartan su misma fe pues resulta muy interesante ya que sufría de
estigmas y estaba ante presencia de apariciones.
Según cuenta la leyenda se
dice que esta Santa es también protectora contra los intentos de ataques de los
piratas, ya que ante un posible ataque de este tipo, las personas se habrían
encargado a su nombre para evitar que se llevara a cabo y desde allí le
rendirían culto.
Esta devoción queda más que establecida a partir
de encontrarnos con el dintel de la puerta que encuentra el nombre de la santa
grabado allí mismo junto a un monograma de la Virgen María.
El circuito de los baluartes es uno de los
atractivos en Campeche que nos habla de un pasado en que le fue necesario el
enmurallamiento de la ciudad para protección de la misma a través de estas
construcciones gigantes que todavía el día de hoy y pese a conocerlas inspiran
esa imagen imponente en quienes las ven.
El baluarte de Santa Rosa presenta una forma
pentagonal en cuyo interior podemos apreciar un patio pequeño y en la parte
superior una terraza desde la cual se observaba la posible llegada de tropas
atacantes o personas ajenas a la comunidad. Con este fin podemos ver en la
parte superior tres garitones que no eran más que los lugares destinados a la
vigilancia.
Este es uno de los baluartes más atractivos desde
el punto de vista estético y desde la parte superior del mismo podemos tener
una vista más que hermosa de la ciudad de Campeche, razón suficiente para
visitarlo pero que no termina allí ya que no solo podremos ver bien la ciudad
sino también presenciar el pasado allí mismo.
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