12 dic 2012

Zona arqueológica de Tonina


Es muy habitual relacionar, de manera inmediata, a México con una de las culturas prehispánicas más importantes de la constitución identitaria actual del país: la cultura y civilización Maya.

En la actualidad, miles de personas que llegan desde todas partes del mundo, se sienten atraídas por conocer esos espacios llenos de misticismo y de rituales. Espacios que configuran destinos en donde la presencia de un legado histórico fascinante se hace más que convocante. 

La cultura se actualiza en cada recoveco que es por alguien significado, interpretado, vuelto a vivir. México se caracteriza por su hibridez y conjuga todo el tiempo, elementos de diversas procedencias que lo enaltecen como el México que es hoy.

Entre los espacios de mayor convocatoria, Palenque, ubicada en el estado de Chiapas, es una ciudad maya que, con su misma presencia, puede contarnos mucho acerca de los pueblos ancestrales que hace siglos atrás habitaron esas tierras. Es Patrimonio de la Humanidad, así declarada por la UNESCO, y se presenta verdaderamente, como una maravilla que no debiera escaparse a los ojos de ningún ser humano del planeta. 

Palenque es un sitio lleno de riquezas, un lugar que logra erizar la piel de sus visitantes porque, de alguna manera, la magia allí se hace presente y envuelve a quienes caminan por sus suelos.  Hipnotizados, todos quedan inmersos en una historia que si bien puede resultar ajena hasta entonces, en ese momento logra ser apropiada en primera persona.

Las zonas arqueológicas de Palenque son variadas, entre ellas, hoy mencionamos a la zona de Tonina. Las ruinas de Toniná se presentan entre la intensidad del bosque que las rodea. Su denominación significa “La Casa de Piedra” y era así llamada por los ancestros que construyeron esta imponente obra arquitectónica y escultórica. A tan sólo 85 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas, esta ciudad es muy conocida por ser el centro ceremonial de la cultura maya por excelencia. 

Este espacio tuvo su época de auge entre los años 600 a 900 d.C., precisamente durante el período clásico tardío. Explorar este lugar es conocer un fragmento de suma importancia para la historia, allí se pueden descubrir los conceptos generales que constituyen el reconocido calendario divino e histórico de la civilización maya, y también, nos dice algo del México antiguo.

El hito arquitectónico de esta zona es la Acrópolis. Está construida sobre las composiciones naturales de terreno, y en su base se halla una plaza de grandes dimensiones, que posee un juego de pelota y varios templos que los mayas realizaban en honor a sus dioses, como así también los altares y estelas que en total constituyen 7 plataformas. Las expresiones escultóricas son testimonios de pueblos que han habitado la ciudad de Toniná, pues allí se puede ver la arquitectura olmeca, la arquitectura maya propiamente dicha, la arquitectura teotihuacana y la tolteca.

Explorar este espacio significa una aventura, una aventura para conocer, un conocer que nos permite habitar, aunque sea por unos instantes, un espacio cargado de ritos y de relatos que deben ser narrados. Pues una riqueza semejante no puede ser guardada simplemente en un museo. Por el contrario, merece ser reconocida por la humanidad, merece ser apropiada, interpretada y enriquecida.

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