1 oct 2013

Restoranes y Cantinas en Acapulco

Conocer un lugar implica no solo ver el paisaje y las principales atracciones como plazas, museos, centros culturales y parques, sino ir más allá, tratar de sumergirnos en su propia cultura hasta entenderla o, por lo menos, intentarlo.

Viajar nos permite acercarnos a espacios ajenos y muchas veces lejanos cuyas culturas muchas veces no tienen mucho que ver con las nuestras y en ese intercambio entre el que ve y el que muestra, es como logramos enriquecernos, darnos cuenta que hay mucho más de lo conocido en este mundo y que mucho de eso que desconocemos también nos emociona y nos  gusta, también nos enseña y nos transforma.

Por eso es que las vacaciones son un momento más que oportuno para poner en práctica esta forma de aproximación a lo distinto. No solo se trata de relajarse y nadar cada día en la playa, sino de descubrir pequeños tesoros en las ciudades que visitamos.

Acapulco es una de las reinas en lo que a turismo receptivo se refiere. Esta ciudad fue la primera cuidad mexicana en lograr prestigio internacional, mucho antes que Cancún o que Los Cabos. Desde hace décadas este lugar es el punto de encuentro de miles de personas, no solamente viajeros de otras partes del mundo sino los mismos contingentes de mexicanos, especialmente los jóvenes, que llegan a sus playas del extremo oeste esperando deleitarse con el paisaje del Océano Pacífico, alojarse en los lujosos hoteles de Acapulco y disfrutar de la famosa noche de la ciudad.

Sea la majestuosa y vívida noche acapulqueña o el hermoso y divertido día, cualquier momento es bueno para empezar a conocer esta ciudad. ¿Cómo hacerlo? ¿Por dónde empezar? Pues una buena forma es a través de algo que a todas las personas del mundo entero nos gusta: la comida, ese punto en común que atraviesa fronteras y tiempos.

No hay mejor forma de conocer un sitio que a través de los platos típicos que nos hablan de los principales materiales y cultivos de la zona, de las apropiaciones culturales que nos hablan de los encuentros históricos entre personas que tuvieron lugar allí mismo.

Los restaurantes y cantinas en Acapulco no son solamente sitios donde comer y pasarla bien sino que son los guías perfectos para nuestro recorrido de aprendizaje de la ciudad. Podemos comenzar este recorrido en Najma, un lugar cálido, elegante pero a la vez moderno que nos ofrece lo mejor de la cocina internacional en un ambiente excepcional. Su horno a leña le da ese toque especial a cada una de las originales recetas que se pueden disfrutar en este sitio que es el único Pet Friendly en Acapulco, es decir, el único al que se puede ir con nuestras mascotas, lo cual suma muchos puntos extras pues nos permite pasar una noche hermosa con la compañía de toda la familia en la exclusiva terraza.

Otro lugar que Acapulco nos muestra para pasar un momento dedicado al placer de comer es Baikal. Pero no creamos que es un simple restaurante. Nada en Acapulco nos parecerá simple después de visitarlo. Y es que este sitio tiene algo muy especial: una interacción arquitectónica con el mar. ¿Cómo es eso? Bakal se erige en plena bahía, sobre un estanque de agua y fuego. Su construcción es una joya arquitectónica con reminiscencias asiáticas y que nos permite a través de sus amplios ventanales estar en contacto con la hermosa vista de la ciudad que parece rodearnos mientras esperamos el plato que más nos atrajo del menú. Asía también está presente en la lista de platos, así como lo mejor de la cocina tradicional francesa y del mediterraneo.

Pero si lo que buscamos es una experiencia inigualable no hay otra respuesta que Madeiras, un lugar del que nos enamoraremos pues no solo tiene a disposición del comensal una exquisita muerta de la comida latina y asiática sino que nos ofrece una vista inmejorable: nada menos que la bahía de Acapulco extendiéndose ante nuestros ojos en un espectáculo nocturno que deleitará nuestros sentidos. Poder comer un plato preparado por los mejores chef y en un ambiente agradable de por sí es una grata experiencia, pero si a eso se le suma la vista de las aguas bañadas por el reflejo de las luces de la ciudad estamos ante la presencia de una de las mejores postales de nuestra vida. El lugar, desde su arquitectura misma, es una invitación al placer que no se puede pasar por alto.

Acapulco es un lugar que tiene esto y más para ofrecernos, un sitio donde la noche tiene otra vida, una que nos impulsa a seguir buscando, a conocer cada una de las cantinas y de los restaurantes, a caminar por cada calle encendida y cruzarnos con las miles de personas que salen buscando lo mismo que nosotros: una experiencia que no se pueda olvidar.

Fermin Ramos

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