1 ene 2013

Museo de Antropologia del Camino Real

Más de una vez seguramente les habrá pasado tener ganas de encontrar un lugar en el mundo donde reine el silencio y la tranquilidad, que los aleje del ritmo acelerado y ensordecedor de la ciudad y los lleve a encontrar la calma para reencontrarse con uno mismo. Conozco un sitio turistico que posiblemente pueda servir para cumplir con estas expectativas, a lo mejor algunos hallarán allí lo que están buscando y a otros capaz no les alcance o les sobre serenidad, pero cualquier sea la conclusión a la que lleguen, no pueden dejar de visitar Hecelchakán.
Hecelchakán es una ciudad mexicana, situada el norte del estado de Campeche en la península de Yucatán y de una superficie cercana a los 1.331,99 km2, ubicándose por ello en la séptima posición de las ciudades del estado. Se encuentra distante a 50 km al noreste de la capital del estado, San Francisco de Campeche. En 1957, Alberto Trueba Urbina, el por entonces gobernador del estado al que pertenece, le otorgó por decreto el título de ciudad.
El significado de su nombre es “sabana de descanso”, combinación de dos vocablos mayas: helel (descanso) y chalkán (sabana). Por su transcripción al español la palabra helel se transformó en hecel, de allí que se denomina Hecelchakán.
Este lugar comienza su historia entre los años 1500 y 1600 cuando los habitantes de la población Xkalmukin se asientan alrededor de un cenote ubicado en el medio de la sabana. Allí encontraron elementos fundamentales para su establecimiento: agua y una considerable extensión de tierra. Se dice que todo viajero que pasaba por la zona se detenía en este lugar a descansar bajo la sombra de sus frondosos árboles, de los cuales también aprovechaban sus frutos, y a cargar sus vasijas con el agua que brota del cenote.
Me pregunto si hace falta que siga describiendo a esta ciudad para convencerte de que pienses en ella para unas vacaciones o un viajecito de fin de semana, o si con lo dicho ya te convencí… Por las dudas voy a darte algunos datos más sobre Hecelchakán.
Cuando arribes a esta ciudad, vas a percibir la serenidad en el ambiente ya que,  por ejemplo, casi no hay vehículos de motor, la mayoría de la gente se moviliza a pie. Esto se debe a que gran parte de la población que la habita es indígena y tiene bien arraigado sus orígenes, siendo uno de lugares de la región que conserva estas características.
El ambiente confortable se va a acrecentar cuando te involucras con la población, esto se puede dificultar un poco al principio ya que muchos aún hablan alguna lengua indígena, pero su amabilidad y hospitalidad romperán esta barrera. Seguramente no dudarán en ofrecerte su famoso pan de pomuch, que según dicen es el mejor de la región. Su dulce sabor y su textura esponjosa lo colocan en esa posición.
Si tu idea es adentrarte un poco más en la historia de la población de Hecelchakán, sin duda que tenes que visitar el Museo de Antropología del Camino Real. En esta casona antigua de mampostería y estilo colonial (como la mayoría de los edificios de la ciudad) se exponen, distribuidas en cinco salas, las figurillas de la Isla de Jaina
El descanso en Hecelchakán es una característica que sobrepasa el mero hecho de sentarse a la sombra de un árbol y llega hasta el más allá. Las figurillas de la Isla de Jaina que se exhiben en el Museo local, es un ejemplo de esto porque son esculturas pequeñas hechas de barro que eran colocadas junto a los difuntos para que los acompañen en su tránsito al más allá y dejan traslucir claramente los rasgos de la sociedad que la habitaba a través de la indumentaria y símbolos con los cuales las dibujaban.
Ubicada a 60 metros al norte de la costa, la Isla es una de las necrópolis más grandes que se haya descubierto; por ello no es casualidad que su nombre signifique “casa de agua” (traducción de los vocablos jail-na). Allí fueron halladas 20.000 tumbas y de la excavación de algunas de ellas es de donde se sacaron las esculturas que están actualmente en el Museo de Antropología. También se encontraron piezas de cerámica y objetos de vidrio puestos en su mayoría sobre el pecho o en las manos del difunto.
Según los diferentes estudios realizados, se supone que la mayoría de los muertos que integran está necrópolis no eran habitantes de la Isla, sino que fueron traídos desde la región de Edzná o la de los Chenes y los Puuc.
Lo interesante del Museo de Arqueología no es sólo las muestras que lo integran, sino que es el único que se encuentra en la región del Camino Real. Este camino se inicia en Sisol (Yucatán), pasa por Mérida y finaliza en Campeche, y se lo denomina Real por que fue el que hizo la emperatriz belga Carlota de México, esposa de Maximiliano de Hamburgo entre noviembre y diciembre de 1865.
¿Ahora si te convencí para que elijas Hecelchakán para tu viaje? …Espero que si.
Betiana Ferrero

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